CANARIAS 1880-1936

Los puertos canarios y la influencia británica

Hacia mediados del siglo XIX la navegación a vela comenzaba a ser desplazada por los buques movidos a vapor y se hizo imprescindible la existencia de estaciones carboneras para el suministro a la navegación ultramarina. La situación geográfica de las Islas Canarias se reveló especialmente útil para las compañías navieras europeas que viajaban a los puertos africanos y, aún más lejos, a Sudamérica y a las colonias situadas en Asia y Oceanía. Ya en 1888, los cónsules ingleses en Canarias pronosticaban que las islas habrían de convertirse en una de las principales estaciones carboneras del mundo. A comienzos del siglo pasado los vapores ingleses, alemanes y franceses habían convertido al puerto de Santa Cruz de Tenerife y, sobre todo, al Puerto de la Luz, cuyas obras fueron realizadas por la compañía inglesa Swanston entre 1881 y 1902, en una de las encrucijadas más importantes de la navegación atlántica.

La actividad portuaria fue, sin duda, el sector económico en el que la presencia extranjera ejerció un protagonismo más acusado. El ámbito de las consignaciones, el carboneo, el almacenamiento y el avituallamiento de los buques son actividades prácticamente controladas por firmas inglesas y alemanas: Hamilton & Co., Miller & Co., Elder Dempster Co. Ltd., Hull Blyth Co., Blandy Brothers, Cory Brothers, Woermann Linie, etc.
El movimiento de buques en los puertos canarios confirma el predominio anteriormente señalado. Los vapores de pabellón británico ostentaron una clara hegemonía superando generalmente el 50 % del tonelaje total. Alemania, Francia, Bélgica, España y otros países ocuparán los lugares siguientes. El amarre de cables telegráficos, como el tendido en 1909 por una compañía alemana entre Tenerife y Endem (Mar del Norte), o el establecimiento de compañías carboneras alemanas provocaron conflictos diplomáticos y convirtieron al archipiélago en un escenario más  de la rivalidad anglogermana.

Las empresas extranjeras invirtieron también en la infraestructura urbana. El establecimiento de servicios como el alumbrado eléctrico, el suministro de gas y agua, las comunicaciones telefónicas, los tranvías, etc. fueron objeto de fuertes inversiones inglesas, belgas y alemanas. Entre otras empresas extranjeras destacan la S.E.L.P y la Sociedad Anónima de Tranvías en Tenerife y la C.I.C.E.R. o la City of Las Palmas Water and Power Co. Ltd. en Gran Canaria. Una situación similar registró la producción agrícola donde las firmas inglesas como Fyffes Ltd. o Yeoward Brothers promovieron la comercialización de los nuevos cultivos de exportación: el plátano, el tomate y las papas, comenzando así un nuevo ciclo de la historia agrícola del archipiélago. Gran Bretaña, seguida de Alemania, Francia, Italia, la Península, etc, fue la principal receptora de las exportaciones agrícolas canarias.

En la industria turística la inversión inglesa y en menor medida la alemana fueron, asimismo, decisivas, tanto por el protagonismo de las navieras extranjeras en lo referente al transporte de los visitantes -Yeoward Brothers, British and African S.N. Co., The Union Castle Line, Cie. Belge Maritime du Congo, etc.- como a causa del mismo origen de los turistas, en su mayoría procedentes de Gran Bretaña, Alemania, Bélgica, etc. Igualmente, las mayores instalaciones hoteleras estaban en manos del capital británico: Gran Hotel Taoro, Hotel Santa Catalina, Victoria, Metropole, Martiánez, Marquesa, Quisisana, Pino de Oro, etc. Muy pronto la prensa local acuñaría el término “britanización” para hacer referencia a esta hegemonía extranjera.


Sociedad y política durante la Restauración

La reactivación económica y la influencia extranjera provocaron importantes transformaciones sociales en los principales ámbitos urbanos de Tenerife y Gran Canaria. El éxodo rural favoreció el crecimiento de las ciudades y el descenso del analfabetismo. El Partido Conservador fue fundado en Tenerife en 1875, siendo liderado por Feliciano Pérez Zamora. En Gran Canaria destacará hacia finales de siglo la figura de Fernando León y Castillo (1842-1918), fundador del Partido Liberal Canario y decidido partidario del engrandecimiento de Gran Canaria. Aunque los grandes propietarios agrarios y la burguesía comercial siguieron dominando la estructura social, otros sectores como las clases medias y trabajadoras adquirieron mayor protagonismo. Con el cambio de siglo, la implantación de nuevas formaciones políticas, como el Partido Radical en Tenerife y el Partido Federal en Gran Canaria, así como la aparición del movimiento obrero, permitieron la incorporación al panorama político de nuevos sectores de población. El régimen establecido en 1874 con la restauración de la monarquía en la figura de Alfonso XII comenzaba a ser cuestionado.

Especial importancia tuvo la aparición de una numerosa población trabajadora debido al desarrollo industrial (sector tabaquero, alimentario, etc.), el crecimiento de la infraestructura portuaria, la agricultura de exportación, los servicios urbanos, etc. En estos ámbitos laborales surgieron las primeras asociaciones obreras en torno a 1900. Las malas condiciones de vida de la clase trabajadora (largas jornadas de trabajo, inseguridad, miseria, etc.) favorecieron la implantación de numerosas organizaciones obreras, como las Federaciones Obreras de Tenerife y Gran Canaria, fundadas ambas en 1914, y la Confederación Regional del Trabajo de Canarias, creada en 1932.

El panorama político estuvo condicionado en gran medida por la lucha por la capitalidad provincial. El pacto establecido entre León y Castillo y Pérez Zamora mantuvo el pleito en estado latente durante los primeros años de la Restauración, pero muy pronto se desata la pugna por obtener la división de la provincia. En 1912 se crearon los actuales Cabildos insulares, medida con la que se intentó satisfacer a ambas partes. Pero el conflicto se acentuó y en 1927 se produjo la división administrativa del archipiélago, creándose las provincias de Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife.

Como había ocurrido en siglos anteriores, la evolución política internacional siguió ejerciendo una influencia decisiva en el archipiélago. Los episodios que mayor repercusión tuvieron en las islas fueron la guerra hispano-norteamericana de 1898, pues llegó a temerse que los Estados Unidos ocuparan las islas como finalmente ocurrió con Cuba, Puerto Rico y Filipinas, y la I Guerra Mundial (1914-1918), durante la cual se registró una grave crisis económica y social debido a la paralización del tráfico marítimo y la interrupción de las exportaciones fruteras.

La creación cultural

El primer tercio del siglo XX fue un periodo de intenso florecimiento cultural. La paulatina mejora de la situación educativa, el descenso del analfabetismo, el desarrollo de la prensa y la influencia extranjera favorecieron la actividad cultural en los principales núcleos urbanos del archipiélago. Todo ello permitió que los intelectuales isleños siguieran muy de cerca la evolución de las vanguardias europeas. Los primeros años del siglo XX asistieron al desarrollo de corrientes artísticas como el impresionismo y el modernismo, en el que sobresale el pintor Néstor de la Torre (1887-1938). El modernismo fue especialmente fecundo en el ámbito poético destacando autores como Tomás Morales (1885-1921), Alonso Quesada (1886-1925) y Saulo Torón (1885-1974). En 1918 se fundó en Las Palmas la Escuela Luján Pérez, centro fundamental de la creación artística del archipiélago durante la década de 1930 y en la que se formaron artistas como Jorge Oramas (1911-1935), Eduardo Gregorio (1903-1974) o Felo Monzón (1910-1989), fieles a una corriente indigenista que revalorizaba la cultura prehispánica y las tradicionales populares. Durante los años treinta, la publicación de la revista Gaceta de Arte (1932-1936) contribuyó a introducir en las islas el surrealismo, entre cuyos cultivadores destacó el pintor Oscar Domínguez (1906-1957), el escritor Agustín Espinosa (1897-1939) y el poeta Pedro García Cabrera (1905-1981). En 1935 se celebra en Santa Cruz de Tenerife la I Exposición Surrealista con obras de Dali, Max Ernst, Miró, etc. La arquitectura también siguió  estrechamente  la evolución de los estilos europeos. A comienzos de siglo Laureano Arroyo introdujo el modernismo, de gran arraigo en Canarias (Las Palmas, Santa Cruz de Tenerife, La Orotava, etc.). El aislamiento producido por la I Guerra Mundial favoreció la aparición del eclecticismo, hasta que a finales de la década de 1920 se construyen los primeros edificios racionalistas. Miguel Martín Fernández de la Torre fue el arquitecto más representativo de la nueva corriente, recibiendo el encargo de proyectar la sede del Cabildo de Gran Canaria. En el ámbito científico sobresalen personalidades como el físico Blas Cabrera (1878-1945)  o el paleógrafo Agustín Millares Carló (1893-1932).

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