Los puertos canarios y la influencia británica
Hacia mediados del
siglo XIX la navegación a vela comenzaba a ser desplazada por los buques
movidos a vapor y se hizo imprescindible la existencia de estaciones carboneras
para el suministro a la navegación ultramarina. La situación geográfica de las
Islas Canarias se reveló especialmente útil para las compañías navieras
europeas que viajaban a los puertos africanos y, aún más lejos, a Sudamérica y
a las colonias situadas en Asia y Oceanía. Ya en 1888, los
cónsules ingleses en Canarias pronosticaban que las islas habrían de
convertirse en una de las principales estaciones carboneras del mundo. A comienzos del siglo pasado los vapores
ingleses, alemanes y franceses habían convertido al puerto de Santa Cruz de
Tenerife y, sobre todo, al Puerto de la Luz, cuyas obras fueron realizadas por
la compañía inglesa Swanston entre 1881 y 1902, en una de las encrucijadas más
importantes de la navegación atlántica.
La actividad portuaria fue, sin duda, el sector económico en el que la
presencia extranjera ejerció un protagonismo más acusado. El ámbito de las consignaciones,
el carboneo, el almacenamiento y el avituallamiento de los buques son
actividades prácticamente controladas por firmas inglesas y alemanas: Hamilton
& Co., Miller & Co., Elder
Dempster Co. Ltd., Hull Blyth Co., Blandy Brothers, Cory Brothers, Woermann
Linie, etc.
El movimiento de buques en los puertos canarios confirma el predominio
anteriormente señalado. Los vapores de pabellón británico ostentaron una clara
hegemonía superando generalmente el 50 % del tonelaje total. Alemania, Francia,
Bélgica, España y otros países ocuparán los lugares siguientes. El amarre de cables
telegráficos, como el tendido en 1909 por una compañía alemana entre Tenerife y
Endem (Mar del Norte), o el establecimiento de compañías carboneras alemanas
provocaron conflictos diplomáticos y convirtieron al
archipiélago en un escenario más de la
rivalidad anglogermana.
Las empresas extranjeras invirtieron también en la infraestructura
urbana. El establecimiento de servicios como el alumbrado eléctrico, el
suministro de gas y agua, las comunicaciones telefónicas, los tranvías, etc.
fueron objeto de fuertes inversiones inglesas, belgas y alemanas. Entre otras
empresas extranjeras destacan la S.E.L.P y la Sociedad Anónima de Tranvías en
Tenerife y la C.I.C.E.R. o la City of Las Palmas Water and Power Co. Ltd. en
Gran Canaria. Una situación similar registró la producción agrícola donde las
firmas inglesas como Fyffes Ltd. o Yeoward Brothers promovieron la
comercialización de los nuevos cultivos de exportación: el plátano, el tomate y
las papas, comenzando así un nuevo ciclo de la historia agrícola del
archipiélago. Gran Bretaña, seguida de Alemania, Francia, Italia, la Península,
etc, fue la principal receptora de las exportaciones agrícolas canarias.
En la industria turística la inversión inglesa y en menor medida la
alemana fueron, asimismo, decisivas, tanto por el protagonismo de las navieras
extranjeras en lo referente al transporte de los visitantes -Yeoward Brothers,
British and African S.N. Co., The Union Castle Line, Cie. Belge Maritime du
Congo, etc.- como a causa del mismo origen de los turistas, en su mayoría
procedentes de Gran Bretaña, Alemania, Bélgica, etc. Igualmente, las mayores
instalaciones hoteleras estaban en manos del capital británico: Gran Hotel
Taoro, Hotel Santa Catalina, Victoria, Metropole, Martiánez, Marquesa,
Quisisana, Pino de Oro, etc. Muy pronto la prensa local acuñaría el término
“britanización” para hacer referencia a esta hegemonía extranjera.
Sociedad y política durante la Restauración
La
reactivación económica y la influencia extranjera provocaron importantes
transformaciones sociales en los principales ámbitos urbanos de Tenerife y Gran
Canaria. El éxodo rural favoreció el crecimiento de las ciudades y el descenso
del analfabetismo. El Partido Conservador fue fundado en Tenerife en 1875,
siendo liderado por Feliciano Pérez Zamora. En Gran Canaria destacará hacia
finales de siglo la figura de Fernando León y Castillo (1842-1918), fundador
del Partido Liberal Canario y decidido partidario del engrandecimiento de Gran
Canaria. Aunque los grandes propietarios agrarios y la burguesía comercial siguieron
dominando la estructura social, otros sectores como las clases medias y
trabajadoras adquirieron mayor protagonismo. Con el cambio de siglo, la
implantación de nuevas formaciones políticas, como el Partido Radical en
Tenerife y el Partido Federal en Gran Canaria, así como la aparición del
movimiento obrero, permitieron la incorporación al panorama político de nuevos
sectores de población. El régimen establecido en 1874 con la restauración de la
monarquía en la figura de Alfonso XII comenzaba a ser cuestionado.
Especial
importancia tuvo la aparición de una numerosa población trabajadora debido al desarrollo
industrial (sector tabaquero, alimentario, etc.), el crecimiento de la
infraestructura portuaria, la agricultura de exportación, los servicios
urbanos, etc. En estos ámbitos laborales surgieron las primeras asociaciones
obreras en torno a 1900. Las malas condiciones de vida de la clase trabajadora
(largas jornadas de trabajo, inseguridad, miseria, etc.) favorecieron la
implantación de numerosas organizaciones obreras, como las Federaciones Obreras
de Tenerife y Gran Canaria, fundadas ambas en 1914, y la Confederación Regional
del Trabajo de Canarias, creada en 1932.
El panorama político estuvo condicionado en
gran medida por la lucha por la capitalidad provincial. El pacto establecido entre
León y Castillo y Pérez Zamora mantuvo el pleito en estado latente durante los
primeros años de la Restauración, pero muy pronto se desata la pugna por
obtener la división de la provincia. En 1912 se crearon los actuales Cabildos
insulares, medida con la que se intentó satisfacer a ambas partes. Pero el
conflicto se acentuó y en 1927 se produjo la división administrativa del
archipiélago, creándose las provincias de Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife.
Como
había ocurrido en siglos anteriores, la evolución política internacional siguió
ejerciendo una influencia decisiva en el archipiélago. Los episodios que mayor
repercusión tuvieron en las islas fueron la guerra hispano-norteamericana de
1898, pues llegó a temerse que los Estados Unidos ocuparan las islas como
finalmente ocurrió con Cuba, Puerto Rico y Filipinas, y la I Guerra Mundial
(1914-1918), durante la cual se registró una grave crisis económica y social
debido a la paralización del tráfico marítimo y la interrupción de las
exportaciones fruteras.
La creación cultural
El
primer tercio del siglo XX fue un periodo de intenso florecimiento cultural. La
paulatina mejora de la situación educativa, el descenso del analfabetismo, el
desarrollo de la prensa y la influencia extranjera favorecieron la actividad
cultural en los principales núcleos urbanos del archipiélago. Todo ello
permitió que los intelectuales isleños siguieran muy de cerca la evolución de
las vanguardias europeas. Los primeros años del siglo XX asistieron al
desarrollo de corrientes artísticas como el impresionismo y el modernismo, en
el que sobresale el pintor Néstor de la Torre (1887-1938). El modernismo fue
especialmente fecundo en el ámbito poético destacando autores como Tomás
Morales (1885-1921), Alonso Quesada (1886-1925) y Saulo Torón (1885-1974). En
1918 se fundó en Las Palmas la Escuela Luján Pérez, centro fundamental de la
creación artística del archipiélago durante la década de 1930 y en la que se
formaron artistas como Jorge Oramas (1911-1935), Eduardo Gregorio (1903-1974) o
Felo Monzón (1910-1989), fieles a una corriente indigenista que revalorizaba la
cultura prehispánica y las tradicionales populares. Durante los años treinta, la
publicación de la revista Gaceta de Arte (1932-1936) contribuyó a introducir en
las islas el surrealismo, entre cuyos cultivadores destacó el pintor Oscar
Domínguez (1906-1957), el escritor Agustín Espinosa (1897-1939) y el poeta Pedro
García Cabrera (1905-1981). En 1935 se celebra en Santa Cruz de Tenerife la I
Exposición Surrealista con obras de Dali, Max Ernst, Miró, etc. La arquitectura
también siguió estrechamente la evolución de los estilos europeos. A
comienzos de siglo Laureano Arroyo introdujo el modernismo, de gran arraigo en
Canarias (Las Palmas, Santa Cruz de Tenerife, La Orotava, etc.). El aislamiento
producido por la I Guerra Mundial favoreció la aparición del eclecticismo,
hasta que a finales de la década de 1920 se construyen los primeros edificios
racionalistas. Miguel Martín Fernández de la Torre fue el arquitecto más
representativo de la nueva corriente, recibiendo el encargo de proyectar la
sede del Cabildo de Gran Canaria. En el ámbito científico sobresalen
personalidades como el físico Blas Cabrera (1878-1945) o el paleógrafo Agustín Millares Carló
(1893-1932).
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